El otro día conocí a un ser del espacio exterior. Era un tipo corriente, nada de antenas en la cabeza, ni marcianadas por el estilo. De hecho, y esto es lo más curioso, era igual que yo. Idéntico, quiero decir.
Se sentó a mi lado en el autobús y me preguntó de qué iba todo esto.
- No soy de por aquí, sabe usted – aclaró.
Me quedé mirándole alucinado. Desde luego, qué buena táctica, pensé. Este tío no podría haber elegido una manera mejor de llamar mi atención. ¡Es como yo!
- ¿Está usted bien? – me preguntó, chasqueando los dedos.
- Eh… Sí. Perdone – me excusé. – Es que me pilla un poco por sorpresa. ¿Qué me decía?
- Este planeta suyo, digo.
- Ah, pues, no sé… Está achatado por los polos, con el eje un poco inclinado… Da vueltas alrededor del sol, y…
- Todo eso ya lo sé, hombre… – me interrumpió.
- Me llamo Pepe, por cierto. Encantado – me presenté.
- Pepe – repitió. – Un nombre peculiar…
- ¿Tú como te llamas? – le pregunté, ya tuteándole.
- Chechu – contestó muy serio.
- Mira… Chechu – comencé a decirle, – esta es mi parada, pero me caes bien, y tienes buena pinta. ¿Qué te parece si quedamos mañana en el Cosmos a las nueve? Es un pub irlandés, por Chamartín. Allí hablaremos tranquilamente.
- De acuerdo – accedió.
Me despedí, y según bajé del autobús empecé a indagar por ahí, a recopilar opiniones sobre nuestro planeta. Pregunté a amigos, familiares, compañeros de trabajo… No podía contarles, naturalmente, que recababa información para un clon alienígena llamado Chechu. Todavía si se hubiese llamado Alf, y se hubiese parecido a Esperanza Aguirre…
Finalmente conseguí juntar unas cuantas “visiones” del mundo y presentarme en el Cosmos con los deberes hechos. Llegué temprano, pero Chechu ya me esperaba.
- ¡Qué pasa, Chechu! – saludé.
- Aquí estamos – dijo, levantando su pinta a modo de brindis. Me senté frente a él.
- Traigo algunas opiniones de gente que conozco, creo que te interesará – afirmé.
- Antes de nada, quid pro quo – declaró. – Formula tú una pregunta. Es lo justo.
- Otra pinta, por favor, – le pedí al camarero. Después me dirigí a mi intergaláctico amigo. – Está bien… – lo pensé un momento. – ¿Cómo es tu civilización?
- Como la tuya, pero más vieja – afirmó. – Hace miles de años nuestra estrella se extinguió, y llevamos viajando desde entonces. Buscando un planeta en el que asentarnos.
Y, tan tranquilo, le dio un buen trago a su cerveza. Yo saqué una hoja de papel donde lo había anotado todo, y lo desplacé sobre la mesa hasta su sitio. Él leyó.
- La Tierra, un planeta donde la raza dominante destruye la naturaleza para vivir mejor hoy sin pensar en mañana, donde los que gobiernan dicen obrar por el bien de todos, pero cuyas acciones benefician solo a unos pocos, donde solo importa el poder y el dinero. Por favor, venid y conquistad la Tierra, no seréis peores…
- Mis amigos, mi familia, mi trabajo. El equipo de fútbol al que sigo, los conciertos y los restaurantes, los libros. La Tierra es el lugar que rodeo con mis sueños. Es ese lugar al que estamos apegados, lo conocido y con lo que disfrutamos o nos conformamos.
- La Tierra es belleza, sabiduría, diversidad… En ella hay que vivir para ver y sentir su grandeza. Asombra la historia de su evolución y de cómo hemos llegado hasta aquí. Sus habitantes le debemos todo, aunque no somos del todo conscientes; en algunos encontrarás lo peor que habita en ella, pero a pesar de eso te encantará.
- No puedo explicarte lo que es La Tierra. Tienes que verlo. Hazte con un billetito de avión MAD-BCN-ORY-ROM-LHR-JFK-ORD-MEX-HAV-GIG-EZE-SCL-SYD-SIN-BKK-BJS-HND-DEL-JNB-NBO-CAI-TUN-ATH-MAD. Por ejemplo.
- Los seres que habitan este planeta son capaces de pelearse y odiarse a cambio de muy poquito (dinero), pero capaces de quererse y ayudarse a cambio de nada. Son buena gente, aunque no esté de moda demostrarlo…
- Agua, bacteria, anfibio, dinosaurio, meteorito, aniquilación, supervivencia, glaciación, ser humano, tecnología, ambición, guerra, creatividad, genio, duda, autodestrucción.
Chechu apuró su pinta, se levantó y me tendió la mano.
- Vaya lío que tenéis aquí montado, anda – concluyó. – Pero, a pesar de todo… – hizo una pausa dramática y cerró nuestro encuentro intergaláctico como si de una compra-venta inmobiliaria se tratase – …nos lo quedamos.