Pecado original

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Según la doctrina cristiana el ser humano adquiere con dicha condición una mancha en su expediente de manera automática, una ignominia de serie. Se trata de una perversión intrínseca que determina su naturaleza y le aboca a un modus vivendi inevitable: la culpa. Sí, estoy hablando del jardín del Edén.

De modo que somos culpables. Desde el principio y por todo. La política internacional de los países occidentales hacia Oriente Próximo ha sido una catástrofe que ha llevado al auge y demolición de sucesivos regímenes y grupos extremistas, a los que se ha armado y entrenado primero y se ha perseguido y derribado después. SOMOS culpables. Por tanto, que un terrorista islámico ponga una bomba en París es una respuesta lógica. Era de justicia. Nos lo merecíamos.

En este país hemos tenido cuarenta años de dictadura, tras una guerra civil que todavía sigue coleando. Todas las persecuciones y la represión de aquellos años se saldaron con privación de libertades, cárcel, exilio… O peor. Y somos responsables. TODOS. Por tanto, la única opción política válida es la contraria a aquel régimen. Si no, te lo echarán en cara y lo merecerás. Tus manos estarán manchadas de sangre, no importa que hayas nacido en democracia.

El hombre blanco ha perpetrado las mayores atrocidades a lo largo de la Historia. Ha conquistado, y para ello ha esclavizado y matado todo lo que ha podido. Ha saqueado, ha violado, ha creado dioses y demonios que han operado en su cínico beneficio. En el S.XVII cruzaban el Atlántico galeones llenos hasta la bandera, comercio de almas. Por tanto, cualquier cosa que le diga o haga un tipo negro a un tipo blanco es merecida. El negro es culpable (de serie), pero el blanco es doblemente culpable. Culpable al cuadrado. El racismo solo debe funcionar en una dirección.

La mujer también ha sido denigrada de manera flagrante a lo largo de la Historia. Hasta los años 30 del siglo pasado, por ejemplo, en España no les estaba permitido votar. Todavía hoy perciben un salario medio inferior a los hombres por desempeñar el mismo trabajo. Por no hablar de los maltratadores, esos hijos de puta que atormentan, amenazan, pegan, y a veces matan a sus mujeres. Los varones (TODOS, sin excepción), deberíamos ser fuertemente castigados. Nos lo merecemos.

Y es importante insistir en que todo esto nos lo merecemos por el mero hecho de ser. Así de simple. Da igual cuál sea tu credo, cuál tu naturaleza, cuáles tus principios. Tú ideología, tu sensibilidad, tu amor, tu odio. Son irrelevantes. Estamos manchados desde el mismo momento en que fuimos, por los errores de otros.

Eres, luego estás marcado por el pecado original.