La sencillez

Sencillez

“Lo hace fácil”.

Es una frase que me gusta. “Parece fácil cuando lo hace él”. Cómo le pega a la bola, cómo dibuja, cómo toca la guitarra. Y es lo más complicado, que algo parezca fácil. Cuando logras que un proceso parezca sencillo es que has llegado a dominarlo en serio.

Nos gusta, nos pone que parezca fácil, precisamente porque no lo es. En realidad es difícil. Cualquier actividad en la vida tiene un alto grado de complejidad. Por tanto, si parece fácil es que está bien hecho. Es la prueba del algodón.

Imagina a Federer jugando al tenis o a Zidane controlando un balón. Es complicado, pero ellos lo hacen fácil. Fácil es bueno, fácil es bonito. Bueno, bonito y fácil.

“Fíjate la melodía que se ha sacado con 4 acordes”. “Mira qué bien ha quedado la casa con cuatro cosas”. Muy a menudo el talento y los recursos son inversamente proporcionales. A más talento, menos adorno. Cuanto mejor, más sencillo.

Hay personas con las que la comunicación es fácil, con las que se viaja fácil, con las que es fácil estar. Es, por regla general, gente sencilla. Es importante tener este binomio en mente, fácil-sencillo. Como oposición a difícil-complicado.

Complicado ya es, complicado es el estado inicial de las cosas. Las puedes volver sencillas o dejarlas como están. No hay ningún mérito en lo complicado. Ser díficil no tiene ninguna gracia. Hay otra frase que lo ilustra muy bien: “parece que no hace nada”. Si parece que no hace nada es que es un puto maestro.

Nos empeñamos en crear modelos complicados, ídolos necios con tendencia a enrevesar las cosas. Pero al final lo que admiramos irremediablemente es la sencillez. Eso es lo que realmente nos acaba enamorando.

Porque cuanto más evoluciona algo, más fácil se vuelve. Porque lo más fácil es lo más genial.

Porque en la sencillez está la perfección.